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Este elegante edificio residencial se alza en una de las zonas más exclusivas de Bogotá, como un ícono de sofisticación urbana y arquitectura contemporánea. Con una fachada en ladrillo limpio de tonalidades cálidas, el edificio transmite sobriedad, durabilidad y una integración armónica con el paisaje urbano de la ciudad.

La volumetría del edificio está compuesta por líneas limpias, volúmenes bien definidos y balcones retranqueados que aportan profundidad y ritmo visual. Las amplias ventanas de piso a techo no solo favorecen la entrada de luz natural, sino que también abren las unidades habitacionales hacia vistas privilegiadas del entorno, enmarcando la ciudad como parte del diseño interior.

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Al ingresar, el vestíbulo impacta con un lenguaje de lujo moderno: pisos de madera natural, superficies enchapadas en madera de alto brillo, detalles en mármol y un juego de volúmenes suspendidos que delimitan el espacio con elegancia. La recepción curva, en tonos caoba, se convierte en un punto focal que combina funcionalidad y estética. La iluminación indirecta y el mobiliario minimalista —sofás grises sobre tapetes púrpura— aportan calidez sin restar protagonismo al diseño arquitectónico.

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El acceso peatonal y vehicular está cuidadosamente delineado con pisos estampados de concreto y un sistema de pérgolas que proyectan sombras geométricas sobre el piso, generando una experiencia visual cambiante según la hora del día. Los muros en piedra natural y el paisajismo lateral complementan la experiencia de bienvenida con un lenguaje natural y elegante.

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En conjunto, este edificio representa una propuesta de vivienda urbana de alta gama, donde la arquitectura no solo responde a necesidades funcionales, sino que crea una experiencia estética pensada desde cada ángulo, desde la fachada hasta el más mínimo detalle del lobby.